La solidaridad es la fuerza de la gente débil.
Hugo Ojetti. Escritor y periodista italiano

domingo, 23 de septiembre de 2012

Pablo Neruda



          Difícil es hablar sobre Neruda, no por que falte material y recuerdos, sino por todo lo contrario.
Muchos son los estudiosos de Neruda y mucho es lo que se ha escrito, entre ellos el del Catedrático de Literatura Hispanoamericana, José Carlos Rovira de la Universidad de Alicante, quien es, considero, el español que más sabe de Neruda. Digo español porque mi amigo José Carlos es, en la práctica chileno. Mi asociación, hace años le otorgo el título de Miembro Honorario.

         Pero José Carlos Rovira, no es de los que se dedican en exclusiva a un solo poeta, en este caso Neruda, si no también a poetas extraordinarios como Miguel Hernández, poeta de estas tierras alicantinas, poeta de los humildes.
        Escuchar a José Carlos hablar de ellos es una verdadera delicia, pausado y una cosa detrás de otra te va contando la vida entera de estos  hombres, sus anhelos, sus dolores y su prosa.

         Miguel Hernández es el autor de esa famosa “Nana de la cebolla” que es el canto de dolor, en los amargos días de la guerra civil española, cuando el poeta recibe una carta de su esposa en que le cuenta que ella y su hijo se alimentan nada más que de pan y cebollas. El verso lo transformó en canción Joan Manuel Serrat

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
                                                    hielo negro y escarcha
                                            grande y redonda.
.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.

Les pongo el enlace a la canción de Serrat  "Nana de la cebolla"

    Hace unas semanas, los periódicos chilenos informaban de que Pablo Neruda habría sido asesinado por la dictadura de Pinochet el 23 de septiembre de 1973, mientras estaba en un hospital de Santiago.

    La verdad es que por aquellos días sabíamos que Pablo Neruda estaba gravemente enfermo de un cáncer casi terminal, pero así y todo a la dictadura no le interesaba que Neruda viviera un día más y se dice que su muerte fue acelerada con la inyección de sustancias usadas en la guerra química por los militares.
    En los próximos día, el periodista alicantino, Mario Amorós presentara su libro en Alicante en que saca a la luz pública su investigación sobre la muerte o posible asesinato del poeta.
    Es sintomático que a todas las dictaduras les embarga un miedo terrible a la palabra de los poetas. Aquellas palabras que enamoraron a millones de parejas, a las dictaduras de Pinochet o Franco les molestaban demasiado. Neruda, Hernández, García Lorca…

       Al final, los poetas vencen a la locura de las dictaduras. Las muertes de Federico, Miguel o Pablo, terminan por imponerse a los dictadores, es imposible matar la palabra, y años después, esos cándidos constructores de versos, se convierten en inmortales seres que las gentes más sencillas les reviven en la memoria.
       Neruda, en los 70 era el comunista, con tridente, rabo y cuernos. 39 años después es el poeta nacional de Chile, venerado por todos, recordado por su pueblo y ejemplo para futuras generaciones.
 

       Hace unos pocos años visité Isla Negra, que como todos deben saber, no es una isla, ni es negra, sino una pequeña aldea costera del Océano Pacífico  en donde Neruda tenía una de sus casas.
Hoy es un museo de la Fundación Neruda, en donde se reúnen aquellas colecciones imposibles que Neruda juntaba como si fueran juguetes. El mismo Neruda decía que todos debíamos tener juguetes aunque fuéramos mayores, porque cada uno lleva un niño dentro.


Desde el fondo de ti, y arrodillado,
un niño triste como yo, nos mira.
Por esa vida que arderá en sus venas
tendrían que amarrarse nuestras vidas.
Por esas manos, hijas de tus manos,
tendrían que matar las manos mías.
Por sus ojos abiertos en la tierra
veré en los tuyos lágrimas un día.

Su casa de Isla Negra, es como un barco antiguo, laberinto de camarotes, bodegas y cubiertas. Fue construida poco a poco, en muchos casos con materiales sencillos y naturales como la madera y hierro forjado.
No pocos detractores del poeta criticaban que Neruda tuviera varias casas como si eso de ser comunista significa que debemos ir andrajosos y sucios para serlo.

Pablo Neruda es de origen humilde y todo los vienes que obtuvo fue por su trabajo y lo espectacular de sus versos y prosas. Además, sus tres casas, cuando fueron compradas estaban situadas en lugares más bien humildes.
La Sebastiana en Valparaíso esta situada en uno de los cerros que coronan el puerto, en un barrio muy normal de trabajadores en su tiempo. La casa de Isla Negra está situada en un pequeña aldea que empezó a crecer gracias a Neruda, a principios de los 70 era realmente difícil llegar hasta ella por una carreterilla de tierra.

La Chascona, en Santiago, está situada al final del barrio de Bellavista, de hecho, cuando Neruda la compró era una casa casi al final de la ciudad, más allá no había nada, a sus espaldas un imponte monte llamado San Cristóbal. Hoy el barrio de Bellavista, es el lugar preferido de artistas, bohemios y turistas, como el barrio Gótico de Barcelona o el Montmartre en Paris.

Neruda también compró una casa en Francia a la que llamó la “Manquel”, cóndor en mapudungun, la lengua del pueblo mapuche. La Manquel es parte de las caballerizas de un viejo castillo normando, vendido luego por la viuda de Neruda.
También Neruda poseía una casa llamada Michoacán, comprada en 1943 y administrada por la fundación Delia del Carril, la segunda esposa del poeta.
Neruda, quien no tuvo descendencia, donó todo a la fundación que lleva su nombre. Sus casas de Isla Negra, Valparaíso y Santiago es ruta de peregrinaje de turistas, escolares y estudiosos de la literatura.
Neruda fue un hombre muy especial, bohemio, político, diplomático, pero sobre todo, comunista. Nunca perdió de vista a aquellos que sufrían el dolor y la persecución.
      El 3 de septiembre de 1939, llegó a Chile el barco Winnipeg con más de 2200 refugiados españoles que vivian hacinados en los campos de concentración franceses después de la guerra civil española. La mayor parte de la organización y el viaje de estos españoles, fue gracias a Neruda y también a parte de su patrimonio.


       Hace muchos años, a finales de 1971, en Chile esperábamos que por fin le dieran el premio Nobel a Neruda. Hacía varios años que lo esperábamos, sabíamos que no se lo daban, precisamente, porque además de literato, Pablo, era comunista y muchos en la academia sueca consideraban inaceptable que su rey entregara el Nobel a un comunista. Neruda escribiría luego en su libro, “Confieso que he vivido”;  “El anciano monarca nos daba la mano a cada uno; nos entregaba el diploma, la medalla y el cheque. Se dice (o se lo dijeron a Matilde para impresionarla) que el rey estuvo más tiempo conmigo que con los otros laureados, que me apretó la mano con evidente simpatía. Tal vez haya sido una reminiscencia de la antigua gentileza palaciega hacia los juglares”.
La gracia de Pablo Neruda es que no fue un poeta romántico, pero si lo fue. No fue un poeta político, pero si, no fue poeta épico pero también. Neruda, a diferencia de muchos es universal. Le cantó a toda américa:
 
Mírame desde el fondo de la tierra,
labrador, tejedor, pastor callado:
domador de guanacos tutelares:
albañil del andamio desafiado:
aguador de las lágrimas andinas:
joyero de los dedos machacados:
agricultor temblando en la semilla:
alfarero en tu greda derramado:
traed a la copa de esta nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados.

Y también a los enamorados:

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: “ La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”.

El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.  




 A una simple cebolla;


Cebolla
luminosa redoma,
pétalo a pétalo
se formó tu hermosura,
escamas de cristal te acrecentaron
y en el secreto de la tierra oscura
se redondeó tu vientre de rocío.

O a España rota;
Generales
traidores:
mirad mi casa muerta,
mirad España rota:
pero de cada casa muerta sale metal ardiendo
en vez de flores,
pero de cada hueco de España
sale España,
pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos,
pero de cada crimen nacen balas
que os hallarán un día el sitio
del corazón.

Preguntaréis: ¿por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?

¡Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!

      Quisiera contar más cosas de Neruda, como cuando le dieron el Nobel, las juventudes sacaron un poster estrecho y largo que pegamos por todas partes celebrando el premio de nuestro poeta, o a principios de diciembre de 1972 cuando ya sabíamos que tenía una terrible enfermedad, no apta para poetas, fuimos a verle en el Estadio Nacional y hablo, especialmente a los que entonces éramos adolescentes y hoy le escribimos en un blog. Ese día, por alguna razón que no recuerdo, Salvador Allende, el presidente de Chile no estaba en el homenaje, pero alguien leyó una carta suya.
                Menos de un año después, tanto Neruda como Allende, pasarían a formar parte de la historia, no solo de Chile, sino también de toda la humanidad.
                39 años después, aún le recuerdo y no soy el único.

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