Poco me acuerdo, de las tragedias griegas que nos enseñaban en el instituto, pero con la calamitosa situación de la economía griega actual, poco a poco me han venido a la cabeza, los autores clásicos y las estructuras tradicionales de una tragedia griega.
Sófocles, Esquilo o Eurípides son los máximos exponentes del viejo arte de la tragedia griega clásica. En toda tragedia griega, se trataba de una enseñanza sobre el castigo de un héroe o más exactamente de sus ambiciones o soberbia.
Las tragedias griegas tenían una estructura muy conservadora. Antes que nada, tenían un prólogo en que se introducía al público en el pasado del héroe, luego los párodos que vendría a ser como un adorno coral, para pasar a los capítulos o episodios y luego al éxodo que en griego actual significa salida.
En la Grecia de hoy se da la misma vieja estructura. Hemos asistido al prólogo de una Grecia que “cumplió” ampliamente con las exigencias de su entrada en la Comunidad Europea y su “saneamiento económico para adoptar el Euro. Luego todos cantaron y adornaron los éxitos de los helenos como el más vulgar párodo de las tragedias.
Poco a poco hemos ido conociendo los episodios de la debacle económica, o mejor dicho, desvelando las mentiras económicas de los antiguos gobiernos griegos, y a salir de debajo de las alfombras de los despachos, la realidad de las deudas escondidas.
No faltan los corifeos de toda Europa, con doña Merkel a la cabeza. En muchas tragedias griegas salía algún enano que ponía una mezcla de lo gracioso y grotesco. Ese papel lo cumplen perfectamente Sarkozy y Berlusconi.
Algunos países de Europa comenzaron a ayudar al milagro griego, prestándole millones de euros, que por supuesto debían gastar en lo que ellos dijeran, como por ejemplo la venta de submarinos alemanes a Grecia por 5.000 millones de euros a través de la naval alemana HDW o los contratos con Siemens, con comisiones y sobornos de por medio por un valor de 1.000 millones de euros.
Pero no debemos culpar de todo a los grandes países de Europa. También los gobiernos griegos gastaron más de lo debido en imbecilidades, mejor dicho, en buenas causas, pero gestionadas estúpidamente, como los Juegos Olímpicos de 2004 que en cálculos iniciales del comité Olímpico Internacional, costarían 1.300 millones de dólares, que se convirtieron en 20.000 millones de dólares al final.
En esencia hay dos salidas económicas a la crisis griega. La primera consiste en prestarle más dinero, alargar los plazos de devolución e incluso perdonarle parte de la deuda para que puedan, con el dinero prestado, seguir pagando los intereses. Esta salida está ligada a que los sucesivos gobiernos griegos, alarguen la edad de jubilación (para pagar menos pensiones), subir impuestos (sobre todo los indirectos como el impuestos al valor añadido), rebajar salarios a los funcionarios o vender patrimonio que está en manos del estado, como algunas empresas públicas. Esas son las condiciones. Que a la larga, los griegos de a pie vayan pagando las deudas durante los próximos 30 años. Es como un chicle remasticado y sin sabor que se estira y estira y por más que se estire, seguirá siendo insípido y sin la gracia de seguir masticándolo.
La segunda opción es la que las grandes potencias, el FMI, el BCE y los bancos particulares no quieren ni siquiera contemplar porque les afectaría de lleno a ellos, es que Grecia se salga de la zona euro. Volver al Dracma, lo que le posibilitaría devaluar esa nueva moneda aproximadamente un 50%. Una devaluación de una moneda en un 50%, significa que todo reduce su valor a la mitad, los bancos y empresas que cotizan en bolsa valdrían la mitad, los griegos trabajarían por la mitad de su salario, pero también sus productos serían más competitivos, podrían vender más en Europa y el mundo, lo que conllevaría una reactivación económica y a la creación de empleo.
No deberíamos olvidar que también se reducirían las compras de bienes que producen los demás países (las importaciones) porque costarían el doble, lo que no hace ninguna gracia a países como Alemania o Francia.
Por otro lado, aquellos bancos extranjeros que han comprado activos en Grecia, verían que lo que invirtieron generosamente, se reduce al 50%.
Las dos opciones son malas, pero en la segunda, todos pierden por parejo, los ciudadanos que viven de su trabajo, pero también los poderosos entes económicos, en la primera, los únicos que pierden son los trabajadores, que con sus impuestos continuaran pagando una deuda interminable. Hipotecado sea el futuro.
Los griegos de a pie están hasta las narices de que sean solo ellos los pagadores de los desmanes de los políticos (sobre todo los conservadores) y también de los “socialistas” del PASOK, que al igual que los “socialistas” del PSOE español (los pongo entre comillas para que no se confunda con los honrados socialistas de las bases que tampoco aprueban a los dirigentes de sus partidos), han sacrificado cualquier ideal para conservar el statu quo.
Si realmente fueran SOCIALISTAS, primero dimitirían antes de tomar medidas que van en contra de los más humildes de la sociedad.
Vuelvo al chicle, por más que se estire, por más que haya perdido el sabor, en un momento dado, se rompe (hagan la prueba). Los que protestan en la plaza Sintagma (de la Constitución) en la vieja Atenas, están dispuestos a seguir ahí. En las huelgas de ayer y hoy, se ha visto como nunca que el pueblo griego no dejará las cosas como las quiere Europa y el FMI, seguirán los enfrentamientos y las protestas hasta que el chicle se rompa porque esta gran crisis no es solo económica, sino también ética y para volver un poco a la cordura y a una sociedad en que no todo se compra y se vende, primero algo debe romperse (no solo el chicle) y todo ya está casi a punto.
Estiremos un poquito más, ya casi lo logramos
Como toda buena tragedia griega, al final, en el éxodo, debe haber un castigo a los que hicieron de todo un negocio y pecaron de soberbia.
Quería sacar una conclusión a modo de moraleja, pero eso ya es más de una fábula que de una tragedia griega. Que me perdone Esopo.