Horror al ver las primeras imágenes del incendio en la cárcel de Santiago en la comuna de San Miguel, que por cierto es la zona en donde pasé gran parte de mi vida y donde estudié.
Hace unos días escribí algo sobre el derecho a voto, pero también esto va muy ligado a lo que yo creo debe ser Chile como país.
Mi opinión sobre Chile no es de ahora, quizás de principios de los años 70, donde con 15 años me involucré en los movimientos sociales que marcaron varias generaciones. Luego vino la dictadura, la clandestinidad, el exilio, la lucha contra la dictadura… Es decir que el camino de mi pensamiento se ha formado durante 40 años y ahora en el siglo XXI, todo lo que va ocurriendo en Chile reafirman mi sentir de que todo tiene que cambiar, ya es hora de que a todo se le de la vuelta, como a un calcetín.
Tengo unos cuantos amigos que quedaron en el camino de esta lucha por hacer un país mejor y en honor a ellos, más que nunca, creo que debemos cambiar.
No se trata solo de cambiar la ley electoral (que es necesario) Tampoco de ayudar solo formando buenos profesionales (que son imprescindibles) Si no de cambiar esa manera de pensar que Chile es un buen país, por la de que, nos falta infinitamente mucho para serlo. Se trata de despertar conciencias y espero que este humilde blog contribuya en algo a ello.
Ya decía que todo está inventado y la mejor y más sencilla manera de avanzar es tomar lo bueno y adaptarlo a cada circunstancia.
En Chile vamos de tragedia en tragedia, los españoles que me conocen van entregándome su apoyo, ya sea por lo de un volcán, por el terremoto, los mineros, los mapuches, los rapanuies y ahora por la tragedia de San Miguel.
Me duele que mi país, tan potencialmente rico, sufra tragedias cada dos por tres, es cierto que unas no las podemos evitar, como la erupción del volcán Chaiten o la del terremoto de febrero, pero sí las podemos minimizar.
Si nos fijamos en Japón, estos también tienen terremotos y Tsunamis, pero las consecuencias siempre son menores y las eliminan rápidamente.
La asociación de chilenos que presido en Alicante, hizo una campaña para ayudar a un pequeño grupo de campesinos afectados por el terremoto, en la región de Molina y desde ahí nos llegan noticias que después de 10 meses, todo sigue casi igual.
Lo de los mineros de Copiapó y lo de la cárcel, simplemente podían evitarse. Este tipo de tragedia nos lleva al nivel de cualquier país tercermundista y pobre.
Veo en la televisión que los gobernantes derivan las responsabilidades hacia el anterior gobierno, hasta cierto punto pudieran tener razón, pero debo recordar que gracias al sistema binominal, los que hacen las leyes (y también las bloquean) son los dos grandes bloques políticos que desde hace veintitantos años se reparten las responsabilidades prácticamente al 50% en el órgano legislativo y en toda la política chilena. Tampoco se puede negar que 8 o 9 meses de gobierno son más que suficientes para poner más gendarmes en prisiones y no los 5 – 6 que cuidaban a más de 1900 presos en San Miguel. Ya lo advertían magistrados y la Defensora Penal Pública, Paula Vial.
Aquí en España, mi trabajo como intérprete de idiomas extraños, me ha llevado a conocer el sistema judicial español y sus cárceles. Ya está todo inventado, el principal rol de la justicia no solo es sacar de la circulación a los condenados, sino también, reinsertarlos, trabajo que se hace directamente en las cárceles con sicólogos y trabajadores sociales, pero para ello, las condiciones de los reos no pueden ser las de Chile.
Antes que nada, se debe tratar al reo como persona con derechos y no seres calificados como escoria inservible para la sociedad. En Chile, las cárceles son solo lugares de hacinamiento y escuelas de más y peligrosa delincuencia. En España es impensable tener a 30, 40, 50 presos de la más variada peligrosidad en una misma celda común.
En Chile existen cárceles concesionadas que funcionan relativamente bien, pero eso no quiere decir que el Estado no pueda hacerlo (y más barato) la prueba está en España, en que todo el sistema penal está en manos del Estado. Las cárceles son hasta bonitas, por lo menos desde el punto de vista arquitectónico y estético y se realizan un sinfín de actividades destinadas a la reinserción. Muchos de los condenados salen de la cárcel con un título de enseñanza superior en la mano, que luego ayudará al desarrollo personal y de la sociedad.
Muchos pensaran que eso cuesta mucho dinero. Tienen razón, pero solo a corto plazo. A largo plazo, si se reinserta y reeduca a una cantidad significativa de condenados, la sociedad ganará en seguridad, menos delincuencia, menos quebrantos económicos para las víctimas de la delincuencia, menos gastos en seguridad pública y privada y los reinsertados aportaran al país. No es una utopía, pero si lo fuera, intentarlo, también nos haría avanzar.
Viendo en la tele chilena los reportajes sobre la tragedia, echo en falta algo o mejor dicho a alguien, a quien vimos todos después del terremoto y en Copiapó con los mineros y el papelito en las manos.
Me gustaría verlo de nuevo con otro papelito que dijera “Estamos bien, los 83 en San Miguel”. Pero es imposible el show televisivo, además “solo son presos”.
P.D. Hoy es el día de los derechos humanos.
La ONU
Monica Maldonado
Paula Vial
Carceles privadas en Chile
ojala que asi como investigaron en la carcel de stgo y dieron de baja a 5 funcionarios corruptos, investiguen en Valparaiso.
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