La solidaridad es la fuerza de la gente débil.
Hugo Ojetti. Escritor y periodista italiano

jueves, 23 de diciembre de 2010

Colectivos humanos


       Hace unos días la empresa para la que trabajo organizó una cena con sus trabajadores. No digo “la tradicional cena de todos los años” porque es la primera vez, por lo menos en estos casi 6 años. Excelente iniciativa, aunque la pagó cada uno de su bolsillo. La crisis ha cambiado los hábitos, la cesta de navidad es más pequeña en casi todas partes y ha desaparecido el jamón de años anteriores.

¿En tu empresa pasa esto?

       El colectivo con el que trabajo es un tanto inusual, somos interpretes que trabajamos con los juzgados y cuerpos de seguridad (también en el ámbito de la sanidad) que requieren nuestros servicios para entenderse con imputados y también víctimas de algún delito o falta (o algún enfermo).

      Nuestro trabajo es indispensable para que se cumplan las leyes con el obligado mandato constitucional de respetar y cumplir las leyes y derechos que toda persona tiene incluso de aquellos que no hablan el español.

      En todo caso, valga el momento para comentar que últimamente, esto no se cumple del todo, en muchos lugares, apenas detectan que un extranjero chapurrea un poco nuestra lengua, ya no llaman al intérprete. 
      No se dan cuenta que una cosa es chapurrear la lengua que se ha aprendido en la calle, con poder entender con exacta claridad, términos legales o médicos y no provocar indefensión por no haber llamado al que sabe, para ahorrarse unos pocos euros.

      Pero vallamos a lo que voy.
      En la larga mesa, estábamos treinta personas, de los países más variados y si no me equivoco, yo era el único hispano hablante de origen. Chinas, armenios, rumanas, árabes, hindúes, polacas, belgas, búlgaras, senegaleses, moldavas, rusas, ucranianas y algunos/as más que se me escapa. Lo pasamos fenomenal, aprendimos los unos de los otros.
      Esto me dio a pensar en los colectivos humanos y en el nuestro de una variedad y riqueza increíble. Con los mismos problemas que cualquier otro colectivo, pero también con sus particularidades.


      La crisis hace que nos comportemos de diferente manera dentro de un colectivo laboral, en especial cuando el trabajo escasea. Las actitudes tienden a ser cada vez más individualistas y a hacer cualquier cosa para sobresalir en el trabajo, incluso con prácticas poco éticas. De hecho, la crisis actual, es más que nada una crisis de valores que nos ha llevado a la crisis económica. Cosas que nunca antes se hacían, desaparecieron y nos llevaron al “todo vale” para ganar más dinero. Esto también ha llegado hasta los últimos currantes.

¿En tu empresa pasa lo mismo?

En mi colectivo, también sucede.

      Conozco intérpretes que se apuntan a todos los idiomas. En mi caso personal, yo hablo perfectamente búlgaro desde hace más de 33 años y también rumano y ruso, sin embargo, estos dos últimos, no los interpreto porque he perdido práctica y creo que no sería ético ni profesional interpretarlos, pero hay quien dice saber 4 o 5 idiomas y solo los chapurrea o cree hablarlos.
      También hemos visto intérpretes presentarse en juzgados vestidos peor que los detenidos.

      También, como en cualquier colectivo laboral, hay alguno que trata de ganarse el favor recurriendo al amiguismo. He visto alguno, intentar hacer “amigos” entre policías o funcionarios judiciales, besitos y abrazos, indistintamente con víctimas o imputados. Afortunadamente, por el carácter de nuestro trabajo, cada vez son menos y ya han desaparecido algunos que hasta contaban sus batallitas en círculos que no debían.


      Nos guste o no, el interprete debe mantener una equidistancia, solo somos los mensajeros, no estamos de parte de nadie ni nos corresponde juzgar ni ayudar a nadie. Pero esto sucede en todos los colectivos laborales, la crisis nos ha llevado a la pérdida de la ética.

      En toda empresa está el “pelota” que se ofrece para todo, incluso para lo que no está preparado y se sale de sus funciones, o el que intenta poner mal al competidor, esparciendo rumores y cotilleos. También está el que lo sabe todo e intenta sobresalir no en base a su profesionalidad, sino a costa de ser el más simpático y resolutivo (aparentemente).

¿En tu empresa pasa lo mismo?

      En todo caso, el tiempo pone en su sitio a todo el mundo. Al que calladamente hace lo que tiene que hacer y al que busca atajos lejanos a la profesionalidad.

      Como tengo bastantes años y me ha tocado ver casi de todo, puedo decir que lo mejor es mantener los principios, al final alguien, después de mucho tiempo te dirá “tenías razón”, no te subirán el salario, ni te harán un monumento ni te darán un diploma, solo te quedará la satisfacción de decir “ya os lo dije” y ganarte el respeto de tus compañeros.
      Quizás la crisis que vivimos se basa en que los grandes magnates de las finanzas, nos metieron en la cabeza que la ética no sirve, que todo se vende y se compra, hasta la basura se puede envolver en papel de regalo y venderla al mejor postor, pero siempre, al final las cosas cambian, lo que vivimos ahora cambiará y se llevará por delante a los que nos metieron en esto.

      Y en tu empresa o colectivo, los listillos también desaparecerán poco a poco. Lo malo es que vendrán otros y como todo mal cíclico, volveremos a empezar.

      Así es la vida.

¿En tu entorno pasa lo mismo?

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