La solidaridad es la fuerza de la gente débil.
Hugo Ojetti. Escritor y periodista italiano

lunes, 3 de enero de 2011

Inmigrantes, emigrantes

 
El síndrome de la maleta en la mano


       Hace ya varios millones de años, en un pequeño bosque, vivía una familia de monos. Las excelentes condiciones que les ofrecía el lugar por su frondosidad, altura de los árboles y abundancia en frutos, hizo que la familia creciera y creciera.


La sobrepoblación y una que otra calamidad climática, hicieron que se plantearan la necesidad de trasladarse a otro bosque que divisaban a unos centenares de metros. Varios lo intentaron sin éxito. Eso de bajarse de sus árboles en que se sentían protegidos y cruzar la llanura, solo les servía de alimento a los depredadores que esperaban agazapados entre los pequeños matorrales.
      La comida escaseaba y necesitaban desesperadamente llegar al otro bosque que se intuía mejor y más grande.
      Poco a poco descubrieron que era mejor intentarlo corriendo sobre las dos patas inferiores y emprendieron la tarea.
      Más o menos así, comienza la odisea de las migraciones y a transformarse de monos a homínidos y de homínidos a homo sapiens sapiens, es decir a lo que hoy somos. Naturalmente me salto unos cuantos millones de años y casi toda la evolución humana, pero solo lo hago para poner el punto de partida en el porqué de las migraciones.
       Siguiendo con la historia, los monos al llegar al bosque deseado, encontraron que este ya estaba ocupado, no tan poblado como el suyo, pero ocupado al fin.
      El conflicto estaba servido, con lo cual los recién llegados se vieron obligados a agruparse y a protegerse del entorno hostil.

       Los inmigrantes, como los monos de la historia que he narrado, se agrupan, intentan reproducir en el nuevo hábitat las costumbres que tenían anteriormente, forman en su cabeza, historias y añoranzas, magnifican lo que han dejado atrás y critican el nuevo medio en que viven y siempre llevan en lo más hondo de sus pensamientos, volver a la tierra que han dejado.

      Un buen amigo de Lota, hijo de un conocido luchador del carbón, fusilado por la dictadura en 1973, me dio un gran consejo. Vivíamos el exilio en Rumanía, en condiciones de casi aislamiento étnico.

“No vivas con la maleta en la mano, deshazla y vive como si te quedaras para siempre. Si llega el momento de irte, la haces de nuevo y partes”

      La mayoría de los inmigrantes intentan agruparse y ayudarse entre si para protegerse de un medio que no conocen y que sienten hostil.
 
       En la mayoría de los países receptores se han formado barrios de inmigrantes de un solo país o región, los chinos por un lado, los irlandeses, los rusos, etc.
       En estos cuasi guetos, conservan sus costumbres, su idioma, sus leyes no escritas y sus códigos y parámetros de vida que tenían en sus lugares de origen.

       En aquellos lugares en que no llegan a formar un barrio o lugar físico común, forman grupos de fuerza. En España conocemos a los Latin Kings, Ñetas, Trinitarios o Maras, con el rasgo común de la delincuencia, jerarquicamente estructurados y  para entrar en ellos pasan un riguroso ritual.
       En cualquier caso, cuando no se forma un gueto o un grupo de fuerza, el inmigrante, mantiene siempre una actitud de rechazo, critica al país receptor y a su población, muchas veces con argumentos totalmente ficticios y alabando o magnificando la vida que ha dejado atrás.

       He oído miles de veces decir a inmigrantes que los españoles son tontos o ignorantes, que hacen las cosas mal, que en nuestros países todo es mejor y más bonito. Y yo me pregunto ¿Si es tan malo aquí, porque has venido? ¿Si es tan bueno allá, porque te has ido? Estoy seguro que lo mismo pasa con los inmigrantes en Francia, Estados Unidos, Suiza, Suecia o Australia, son los mismos argumentos. Ahí el ignorante, tonto o bruto, será el francés, el americano, el suizo, el sueco o el australiano. ¿Me equivoco?

       No es malo que el inmigrante se agrupe, que conserve sus tradiciones y costumbres, que celebre sus fiestas, que aprenda sus bailes y que se ayuden entre ellos. Pero debe de tener la capacidad para, también, asimilar, comprender y respetar y valorar al país que te cobija y te ofrece, en cualquier medida, algo mejor de lo que dejaste.
       La capacidad del ser humanos para asimilar varias culturas es inimaginable. El sentido de la pertenencia no puede ser excluyente. Lo explico en mi caso; Yo presumo de ser tanto chileno como español y también pudiera presumir de ser cubano, búlgaro, peruano, argentino, ecuatoriano o lo que sea.
       Cuando en el mundial jugó España y Chile estuve los 90 minutos con el corazón partido, pero al final, solo es un partido de futbol.

       Conozco a una compatriota que es terriblemente crítica con los españoles, al punto de llegar a ser ofensiva. Sucede que es lesbiana (cuestión que respeto profundamente) y en España, las leyes españolas le permitieron casarse con su esposa española, cosa que en muy pocos países se permite y mucho menos en Chile. Es terriblemente injusto tratar mal al país que te ha dado la oportunidad de ejercer tu opción sexual de forma abierta y legal. Así podríamos extrapolar este ejemplo de libertad sexual, a la cuestión económica, laboral o de oportunidades de estudio.

       La riqueza de aquel que es capaz de comprender a los demás y a su entorno sin perder lo suyo, nos hace infinitamente mejores.
       Lo de sentirse “ciudadano del mundo” no es fácil pero tampoco imposible.

       Todo esto que he tratado de explicar, muchos lo resumen como “integración”. Aunque hay muchos que confunden la integración con asimilación, concepto absurdo, ineficaz y contraproducente para tratar el fenómeno de migratorio.
 
       Una cosa es ser críticos con la sociedad que te acoge para intentar hacerla mejor y otra muy distinta es ponerse una coraza protectora de rechazo, o idealizar al país que has dejado.  Debiéramos pararnos a pensar, ¿Por qué tuvimos que dejarlo? La respuesta será, en todos los casos, que el país de origen es peor de lo que creemos.

       Lo malo del caso, es que en ese proceso de auto protegerse de una realidad que no entendemos (o nos negamos a entender) el único que sufre es el inmigrante, es como vivir con la maleta en la mano en que se pasan años sufriendo la paranoia de no encontrar el lugar ideal que satisfaga nuestras necesidades. Lo peor, es cuando el inmigrante vuelve al lugar de origen y se enfrenta a la realidad de lo malo que es su propio terruño y le costará mucho, muchísimo, asimilar que ha vuelto derrotado a un país que ya tampoco es el suyo.

       Consejo al inmigrante: Desarme la maleta, ponga cada cosa en su sitio, no destruya puentes, pero tampoco ponga barreras. El mundo es demasiado grande y todo tiene un lado bueno, búsquelo y vera que será un poquito más feliz, a pesar de la crisis.

¡Feliz 2011!




4 comentarios:

  1. El hombre es un animal de costumbre, tratar de ser felices donde vivimos, es lo mínimo que nos podemos regalar en la vida.
    Ver la parte del vaso lleno y no la vacía es fundamental cuando eres inmigrante y en gral, de lo contrario te llenas de negativismo y odio.
    Un saludo
    Jami

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  2. Felicitaciones por su articulo Sr. Garcia. Muy bien explicado y muy cierto. Llevo 28 anos fuera de Chile y creo que la integracion, como usted tan bien la llama, es parte fundamental de la vida del inmigrante si quiere vivir una vida plena, productiva, exitosa y si quiere por sobre todo, vivir en harmonia.

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  3. la imigracion lo definimos como algo doloroso,pero pasajero,aquel que algun dia sueña con lograr una meta,aquel que piensa que esto es una travesia de riesgos,solo piensa en llegar a la meta,a ala meta que en realidad nunca llega solo se aplaza el tiempo,y cuando miras atras ves realmente de donde partiste....viva chile....

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  4. Wonderful blog & good post.Its really helpful for me, awaiting for more new post. Keep Blogging!

    Australiano de Inmigración

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