En las tranquilas serranías del desierto más árido del mundo, ahí donde se escucha el silencio, el desierto de Atacama en Chile, la mañana del 5 de agosto se empezó a tejer la noticia más alucinante de la historia de la minería chilena y quizás mundial.
La mina de San José se derrumbaba, dejando atrapados a 33 mineros, a más de 600 metros bajo tierra. A las pocas horas se conoció la noticia en el planeta, en un principio, solo los familiares y los mineros que estaban fuera, tenían la certeza de que sus familiares y compañeros, aún estaban vivos.
La minería chilena tiene una larga tradición y experiencia, el rico territorio de esa patria en los confines de la tierra, esconde riquezas fabulosas que solo se deja arrancar a costa de esfuerzos sobrehumanos de los duros mineros de la pampa chilena.
La mina San José es una vieja explotación que había cerrado su actividad debido a que no era rentable ni segura. Sin embargo, la subida del precio del oro y del cobre llevó a los dueños a exprimir las vetas y a sacar hasta el último gramo a cualquier precio, reabriéndola ilegalmente en junio de este año.
Inmediatamente los equipos de rescates pudieron comprobar que una gran masa rocosa de más de 700.000 toneladas, en medio de la mina, cerraba el paso hasta los trabajadores que estaban trabajando a 750 metros de profundidad. Cinco sondas comenzaron a perforar la roca para intentar llegar hasta ellos y comprobar si realmente existía vida bajo tierra. Varias de ellas no lograron su objetivo al desviarse de su ruta o caer en oquedades lejos de los mineros, hasta que 17 días después, una de ellas trajo amarrada al cabezal de la perforadora, una nota: “Estamos bien en el refugio los 33”.
Es en ese momento en que la historia de una tragedia, casi rutinaria en el mundo, se transformó en algo inédito y digno de cualquier titular, ¡están vivos!
Este suceso es único en la historia mundial, no existe ningún protocolo de actuación, los planes de rescate se van haciendo desde la marcha, poniendo en práctica el ingenio y experiencia de los mineros, la sabiduría e inventiva de los ingenieros y el corazón de todo un pueblo que les tiene en sus pensamientos. Nunca se había enviado a personas atrapadas, cámaras de video, pantallas flexibles, comida típica caliente, camastros, ropa de última generación, por un mecanismo inventado y mejorado tres veces, de solo 12 centímetros de diámetro. Nunca se han desplegados tantos profesionales y tantos medios para intentar un rescate pionero. Desde científicos de la Nasa, hasta políticos, pasando por sicólogos, ingenieros, deportistas, militares, líderes religiosos, médicos, camioneros y una larga lista de personas que han estado más de 65 días intentando un imposible.
Después de más de 2 meses bajo tierra, se aproxima el momento del rescate. Las cápsulas de solo 67 centímetros de diámetro, llamadas Fénix, inventadas y construidas pensando hasta en los más absurdos detalles, subirán en las próximas horas hasta la superficie Atacameña, uno a uno a los mineros que a costa de sufrimiento extraen ese metal rojo que nos hace la vida más fácil y el amarillo que nos hace más presuntuosos.
Chile es el segundo extractor y el primer exportador de cobre del mundo. Gracias al trabajo de mineros como los 33 atrapados, podemos tener en nuestros hogares, comunicaciones por teléfono o Internet, electricidad, saneamiento y agua potable, luz en nuestras calles, y energía eléctrica en nuestros coches y si nos metemos las manos en los bolsillos, seguramente tendremos alguna moneda de uno, dos o cinco céntimos con los que compramos nuestro sustento diario, por poco valor monetario que posean. El material rojo oscuro que nos rodea, lo proporcionan esos hombres extraordinarios llamados mineros.
Gracias mineros, por todo lo que nos dais, os merecíais un rescate de estas proporciones, bienvenidos a la luz y el viento, bienvenidos a casa.
Publicado el 13 de octubre de 2010 en el periodico Información de Alicante
Publicado el 13 de octubre de 2010 en el periodico Información de Alicante
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