La solidaridad es la fuerza de la gente débil.
Hugo Ojetti. Escritor y periodista italiano

miércoles, 20 de octubre de 2010

Revolver el gallinero


Desde hace mucho me dicen que soy un desordenado.
Lo cierto que es que lo soy, pero a mi manera. Lo que pasa es que para mí el orden es al revés de lo que todo el mundo piensa. Cuando la mayoría de las personas creen que las cosas son de determinada manera, yo pienso: ¿Y porque deben de ser así?
            Para no hacerse problemas y vivir tranquilos frente al televisor, acatamos los que cierto grupo de personas nos ordenan y organizan.
La verdad es que cuestionarse el “orden establecido” es muy complicado. La historia está llena de casos de aquellos que se replantean el orden impuesto, tanto para bien o para mal.
            Lo malo de ser un “desordenado consuetudinario” es que la mayoría de las veces te dan la razón mucho tiempo después y nunca te reconocen que tiempo antes ya habías planteado que las cosas no estaban bien o no funcionarían así como lo habían ordenado.
            Me ha sucedido miles de veces y solo por poner un ejemplo; En Alicante se organiza cada año un festival intercultural y desde hace más de tres años planteé la necesidad de cambiar el lugar, con el objetivo de que las asociaciones salieran a la luz de la sociedad alicantina. En ese entonces se realizaba en un parque de la degradada Zona Norte. Convencí a otros compañeros de asociaciones de que debíamos hacerlo en el centro de Alicante y dimos una dura lucha ante los representantes del Ayuntamiento. En este año de 2010 ya es impensable no hacerlo por toda la ciudad y el acto más importante se hace en la mítica Explanada de Alicante. ¿Alguien me ha dicho que entonces tenía razón? Tampoco lo necesito, pero la realidad es tozuda.
            Hablando de la crisis, todos dan por sentado de que las medidas que se han tomado para afrontar la crisis, son las que se tenían que tomar.
            La verdad es que dentro del “orden establecido”, efectivamente el gobierno está en lo correcto. Yo voy más allá, ¿es que no podemos ordenar nuestra sociedad de otra manera? Por supuesto que si.
            Si tenemos que ahorrar empecemos por otra parte que no sean los funcionarios, los pensionistas, los trabajadores asalariados o los autónomos como yo. Empecemos por Afganistán, en que nos gastamos 800 millones de euros al año, (o quizás más), suspender el avión y el helicóptero de combate, el carro de combate al que se le está poniendo GPS y aire acondicionado como parte de los planes de I+D del ministerio de industria. La reducción de diputaciones que poco y nada hacen, los desfiles militares y los gastos en protocolos.
            En cuanto a los salarios de los políticos… ¡madre mía! Alcaldes que ganan más que los presidentes de comunidades autónomas e incluso más que el presidente del gobierno.
            Podríamos ordenar nuestras administraciones bajo el principio de “a cada cual según su trabajo”, tomando en cuenta que gobernar un país como España es mucho más difícil que gobernar un ayuntamiento y si no me creen que esto está desordenado, averigüen cuanto recibe el alcalde de Torrelodones, o mejor se lo digo yo; 91.445 euros al año. (Zapatero, 89. 303 euros). O el de Calvia que gana 89.952 euros.
            Luego, que me digan a mí que “esto lo arreglamos entre todos”. Parece que unos tendrían que arreglar más que otros.
            Pero sobre todo, lo que más me molesta es lo “pasotas” que somos. En Francia, hasta los estudiantes que aún no han empezado su vida laboral, están protestando por el alargamiento de la edad de jubilación a 62 años. ¿Y nosotros, hasta los 67? Muy tranquilos en nuestras casas.
            Si nos conformamos con “la píldora” de que “es lo que hay que hacer”, ¡envenenados todos! Einstein tenía razón; la estupidez humana no tiene límites.
            Por fortuna veo que cada vez son más los desordenados como yo, y llegará el momento, tarde o temprano, en que seamos una desordenada mayoría.
           

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