La solidaridad es la fuerza de la gente débil.
Hugo Ojetti. Escritor y periodista italiano

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Guerra en Corea


      Hace muchos años conocí, de lejos, a un grupo de coreanos del norte. Absolutamente herméticos, vestidos iguales, sin ningún gesto amable en el rostro. Iban y venían en grupo compacto y no tenían ningún contacto con nadie.
      Quizás fueran el reflejo perfecto de lo que es el régimen norcoreano.


       También, por entonces, me tocó ver una película de aquel país sobre su guerra entre el norte y el sur. El esperpento de los diálogos era alucinante. Un general del sur, ante el ataque de los del norte, decía: “huyamos como ratas ante el avance de las gloriosas tropas del mariscal Kim Il. Sung”. 
      Por supuesto las tropas del norte eran limpias, férreas y poderosas. Las del sur, andrajosas, timoratas y de rostros patibularios.
      Anécdotas aparte, la verdad es que occidente siempre menospreció a los coreanos.


     Después de la segunda guerra mundial, se convirtieron en los peones desechables en el gran tablero de ajedrez de la guerra fría. Incluso estuvo a punto de ser el inicio de la tercera guerra mundial, con armas atómicas incluidas, entre el bloque soviético-chino y Estados Unidos y occidente.



       A los EE.UU. siempre les interesó tener un enclave militar junto a las fronteras soviéticas y chinas y en los 50 estuvieron a punto de perderla.
En el juego de la guerra fría, los coreanos nunca tuvieron ni voz ni voto, y quizás por ello se dejó un conflicto a medio resolver que hoy nos pasa factura a todos.
 
      La locura de los dirigentes coreanos, desde Kim Il Sung, su hijo y seguramente su nieto, ha llevado a todo un pueblo a alejarse de la realidad y a enajenar a millones de sus ciudadanos en la absoluta obediencia consciente, de que su sociedad es la única valedera y verdadera. En otras palabras, al fanatismo más fantástico.

      Una vez acabada la guerra fría - Rusia (ya no la Unión Soviética) no es el "enemigo rojo" y China es indispensable para el capitalismo actual - me queda la sensación de que a falta de un enemigo muy malo, Corea del Norte es la escusa perfecta y la escalada militar de ayer, no es solo achacable a estos locos nepóticos norcoreanos.




      Casi al termino de la guerra en Irak, con planes de retirada en Afganistán, con Obama en la presidencia estadounidense y en plena crisis económica, es necesario armar otro lio bélico, buscar un enemigo que nos haga olvidarnos de la crisis y meternos en una guerra, esta vez global, para deshacerse del arsenal estratégico almacenado y volver a producir armas de alta sofisticación.
      Todo esto lo digo, porque las guerras de Irak y Afganistán, desde hace algunos años ha pasado a ser de nuevo, un “conflicto de baja intensidad” en que los medios y armas estratégicas están almacenadas y se ha parado su producción en desmedro de los medios y armas tácticas. (entiéndase por estratégicas, bombarderos de largo alcance, misiles de crucero y de largo alcance. Tácticas, los cazas, helicópteros o carros de combate)
 
      Hace solo tres días se conocía la noticia de que Corea del Norte estaba “más avanzada de lo que se suponía” en su programa nuclear, nadie dice que solo unos meses antes del ataque, Corea del Sur y Estados Unidos realizaron maniobras navales con fuego real en el mar amarillo, justo en la zona del bombardeo de ayer.
      Tengo la creciente sospecha de que alguien en el complejo militar industrial estadounidense, pretende llevar al mundo (y también a Obama) a una guerra global. Y ya sabemos que a los coreanos del norte, solo les hace falta un leve roce, para que desaten su locura. El enemigo perfecto.
       Eso del “eje del mal” de Bush tenía, precisamente, ese objetivo: Buscar al enemigo que respondiera, dar un nuevo auge a la industria militar, liberar fondos para reactivar la economía de guerra, olvidarnos de la crisis y exacerbar el patriotismo de los luchadores por la libertad y la paz mundial.

      Desgraciadamente para los guerreristas norteamericanos, Obama les ganó las elecciones y la única forma de llevarle a otra gran guerra es provocar un conflicto en que el Presidente de los EE.UU. no pueda negarse a responder, defendiendo a sus aliados.
      Ya le pasó a Bill Clinton en el 98, cuando tuvo que bombardear Afganistán y Sudan ante los atentados a sus embajadas en Kenia y Tanzania, ejemplos similares tiene la historia moderna a puñados, pero la diferencia, esta vez, es que se trataría de un conflicto global en que las armas nucleares que tanto tememos, son la excusa, para no negarnos a participar.
      No defiendo al deleznable régimen de Corea del Norte, pero de la otra banda, tampoco son hermanitas de la caridad y entre unos y otros, nos llevan a paso ligero a una nueva guerra, esta vez con consecuencias imprevisibles.





Maniobras Ulfi Freedom Guardian
The New York Times Corea

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