Una vez en mi vida crucé el desierto de Atacama, en autobús, por supuesto. En el largo recorrido por una estrecha carretera, paramos varias veces. Tiene una belleza extraña pero atractiva. A simple vista, la vida ahí no existe, pero con un poco de paciencia descubres pequeños reptiles, alacranes bajo las piedras y algún que otro insecto fugaz. Las sequedades y el calor son insoportables, ahí comprendes eso de “más seco que lagarto del desierto”. Yo que soy urbanita no podría vivir más de una jornada en aquel silencio.
No podemos imaginar la magnitud y el coraje de un pueblo que vive en el Sáhara, que lo ama y lo cuida. Que lo conoce y lo recorre sin perderse en un lugar en que solo un leve cambio de color puede significar un camino o agua bajo las arenas.
Ese es el pueblo Saharaui, que a más inri son expulsados de sus secarrales y ni siquiera les permiten llegar a ver su propio mar.
La ocupación de esas tierras por parte de la dictadura monárquica de Marruecos, dura 35 años. Las Naciones Unidas, Estados Unidos, Europa y España les hemos dejado en el olvido, la indigencia, la represión y la amargura.
Solo un puñado de personas está con ellos y espero que cada vez seamos más.
No hay dictadura que dure cien años y pueblo que la soporte. Eso es lo que está sucediendo en el Sáhara occidental. Los saharauis ya se han hartado de ser tratados como esclavos, que se les extermine poco a poco y que les construyan muros y campos minados que les impiden vivir en su propia casa.
Los EE.UU. en su política errática de siempre, va apoyando gobiernos y grupos que violan sistemáticamente lo que ellos defienden en su país y tienen en su sagrada constitución. Muchas veces les ocurre que esos mismos grupos o gobiernos, se les dan la vuelta y sufren su propia medicina como Al qaeda o Paquistán, alimentar monstruos tiene implícito que te muerdan la mano o te arranquen un brazo. España no está exenta de ello, apoya a Marruecos mientras en Ceuta y Melilla arremete contra la Policía Nacional o patean y maltratan a los periodistas españoles.
Mezquinos intereses económicos nos ciegan, ponemos la mano para recoger beneficios y con la otra nos tapamos los ojos.
En nuestra provincia, muchos empresarios han cerrado sus empresas para llevárselas a Marruecos, dejando en el paro a sus trabajadores con el fin de obtener mayores beneficios, los caladeros de pesca frente a las costas saharauis, están condicionados a la contratación de marineros marroquíes, que al final benefician a las empresas pesqueras y a Marruecos. Ni siquiera los pescados vienen a España.
Pero el silencio mayor de las grandes potencias viene del hecho de que El rey de Marruecos con su férrea dictadura es el garante de occidente para un posible avance del integrismo islámico. Lo malo es que ahí donde se intenta detener a los integristas con la fuerza, a la larga se produce el efecto contrario. En Afganistán, el apoyo de occidente a los integristas, terminaron con el derribo de las torres gemelas y un guerra sin fin. En Palestina, el apoyo a Israel, a derivado en más integrismo y el dolor de la población Palestina.
Mucho me temo que en el Sáhara occidental, la población que durante 35 años lucha por sus derechos, poco a poco se acerque al integrismo al ver que su lucha y las resoluciones de la ONU no sirven para nada.
Algo hay que hacer, la política española de “neutralidad activa” hace rato que dejó de existir, ahora somos los mejores amigos de Marruecos, y ya saben eso de “Mi hermano marroquí” de Don Juan Carlos.
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Ángels Barceló Cadena Ser (audio)
http://www.rtve.es/mediateca/videos/20101114/informe-semanal-intifada-saharaui/930272.shtml
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